BIENVENIDOS A LA RONDA DEL VIGILANTE

jueves, 13 de marzo de 2008

19 segundos para vivir.

Elcorreodigital.com, Bilbao - 13/03/08

Un vigilante del metro salta a las vías de la estación de Algorta para rescatar a un joven y logra ponerse a salvo cuando el convoy ya entraba al andén.

Sólo tenía 19 segundos para salvar una vida y no dudó. Ni siquiera calibró los riesgos; hubiera sido demasiado tarde. Es la historia de Jon, un vigilante de seguridad de Metro Bilbao de 22 años que el pasado sábado volvió a nacer junto a un pasajero del suburbano. Eran las nueve y cuarto de la noche cuando un joven entró al andén. Desde un extremo de la estación, Jon observó algo extraño en la conducta del chico. «Yo estaba en la entrada y vi que el chaval daba pasos inseguros, iba esquivando a la gente, su actitud no era normal, así que me quedé pendiente de que se mantuviera separado del andén». Jon no imaginaba que, instantes después, su mundo iba a dar un vuelco.

Pasaban 19 segundos de las 21:25 horas y el panel del metro anunciaba que faltaba menos de un minuto para la entrada del siguiente tren. «De repente, el chico se escoró hacia la izquierda y ¡bum!, se cayó a las vías». Se trataba de un vecino de Getxo de 32 años y, según Metro Bilbao, en la grabación de las cámaras de seguridad se adivina que el joven iba ensimismado mirando su teléfono móvil cuando se precipitó. El andén, lleno de gente, vivió un momento de histeria. Jon, echó a correr. «Cruce toda la estación, bajé a la vía, le apoyé sobre el andén y el señor más próximo le arrastró hacia adentro. Cogí impulso y subí yo también. Cuatro segundos después, entró el tren». Pasaban 38 segundos de las 21.25 horas.

Entre todos, comprobaron el estado del joven. «Por suerte, cayó sobre una mano. Mi temor era que se hubiera golpeado la cabeza, porque subir 70 ó 80 kilos de peso muerto me habría costado bastante más de 19 segundos». De hecho, explica que si llegó a tiempo es porque «le tenía calado desde que entró. Al estar pendiente, reaccioné enseguida, si no...». El joven tenía dañada la mano, «pero se negó a que llamáramos a una ambulancia, así que me dio las gracias y se marchó».

Hasta entonces, Jon ni siquiera había sido consciente de lo ocurrido. «Entre todo el revuelo, empecé a andar de un lado para otro. A medida que iba dándole vueltas a lo que había pasado se me empezó a acelerar el corazón una barbaridad. Tenía las pulsaciones a mil y dicen que me quedé completamente amarillo». Le fue calmando la sensación de satisfacción. «Por supuesto que volvería a hacerlo», responde enérgico. «¿Qué iba a hacer? ¿Ver cómo le atropella delante de mí? ¡Ni hablar!». Pese a su rotundidad, lo cierto es que él fue el único que se lanzó desde el andén. «Lo entiendo perfectamente. Quedaba menos de un minuto y, si hubiera habido algún contratiempo al levantarlo, el tren nos habría arrollado a los dos».

Felicitaciones

El centro de control de Metro Bilbao alertó de lo sucedido al área de seguridad y su máximo responsable felicitó a Jon personalmente pocos minutos después del suceso. «Fue una actuación realmente eficaz», comentó ayer a EL CORREO el encargado del área. «Del mismo modo que tratamos de corregir lo que se hace mal, hay que felicitar a quien actúa de este modo. Desde luego, yo me lo hubiera pensado antes de saltar porque, además, la de Algorta es una estación complicada, muy oscura».

Después de tranquilizarse, Jon continuó su jornada con normalidad, «pero no paré de darle vueltas, porque normalmente trabajo de noche y justo cambié el turno ese día». Está acostumbrado a lidiar con el turno de noche. De hecho, lo pidió él mismo porque entre semana se prepara para opositar a la Ertzaintza. «Por la noche pasa de todo y es muy difícil hacer entender a la gente que hay unas normas. Se te ponen chulos, van muy pasados... En Las Arenas me han llegado a tirar botellas sin mediar palabra», lamenta.

Su familia, aunque orgullosa, intentaba el domingo hacerle ver el peligro que corrió. «'¡Te has jugado la vida!', me comentaban».

-Dicen que eres un héroe.

-Yo no me veo así. Hay muchísimos héroes por ahí: policías, bomberos, personal sanitario... y nadie les da importancia.