La
directora del centro, María Bolaños, asegura que la protección de
las sedes «está garantizada»
Primero
los recortes afectaron de lleno al número de exposiciones, luego al
presupuesto con sus ramificaciones en otros departamentos de la vida
diaria del museo, y ahora toca la seguridad. Los ajustes económicos
han llegado al servicio de vigilancia del Museo Nacional de
Escultura, que a partir del día 22 verá disminuir sus efectivos en
un 38%.
Fuentes
cercanas al centro, donde se custodia la colección más valiosa de
arte religioso del siglo XIII al XVIII en España y la de
reproducciones artísticas (siglos XIX y XX), cifran en 13 los
vigilantes de la empresa privada Seguriber de los que se prescindirá
sobre un total de 34. Se trata de un servicio que realiza labores de
vigilancia por turnos los siete días de la semana en las tres sedes
del museo en la calle Cadenas de San Gregorio –el Palacio de
Villena, el Colegio de San Gregorio y la Casa del Sol–, y en la
Casa de Cervantes, adscrita a la dirección del centro museístico.
En
las sedes, donde existe vigilancia permanente durante las 24 horas
del día, se custodian las obras de arte expuestas a las visitas y el
valioso fondo que se conserva en los almacenes, guardado y sin
exhibir por falta de espacio, así como buena parte de las tallas que
salen en las procesiones de la Semana Santa.
Desde
el museo se declinó dar cifras sobre el número de vigilantes de los
que se prescindirá. La directora, María Bolaños, admitió que el
apartado de gastos en seguridad se ha visto reducido, «lo mismo que
otras partidas del presupuesto de limpieza o del que se destina a
organizar actividades y exposiciones», y enmarca la medida dentro de
la política de austeridad que se viene aplicando con carácter
general en los 17 museos estatales, donde la seguridad se contrata
con una misma compañía.
También
se reseña desde la dirección museística que la merma de medios
humanos en la vigilancia se ve compensada con una inversión en
cámaras de seguridad, conexiones informáticas y un sistema de
vigilancia centralizado. «Se ha aumentado el número de pantallas a
través de las cuales el vigilante tiene un control más completo de
lo que sucede dentro y en las inmediaciones del edificio», apunta
María Bolaños. «Tendremos el mismo grado de protección, es más
una cuestión organizativa de sustituir unos sistemas por otros».
La
directora lanzó ayer el mensaje de que la seguridad del museo está
garantizada. «La partida de seguridad es enorme en los museos
estatales, y en noviembre se apostó por reducirla a través de una
serie de medidas que se han aplicado en este museo y en el de
Altamira; ha sido una inversión elevada en fondos económicos dentro
de una iniciativa de la Secretaría de Estado de Cultura y la
Subdirección General de Museos», indicó. Bolaños lamentó los
efectos que en el plano personal supone la pérdida del trabajo para
unos vigilantes que llevaban varios años prestando sus servicios en
el centro. «Se trata de personal que ha tenido un comportamiento
excelente y una actitud colaboradora; por eso lamentamos muchísimo
todo lo que implica esta medida», señaló.