La negociación para la liberación del Alakrana y sus 36 tripulantes, secuestrados hace 43 días frente a la costa de Somalia, vivió ayer una jornada de silencio. Los piratas no establecieron ninguna comunicación en todo el día, tras anunciar el jueves en conversación telefónica con DV que se perfilaba un acuerdo que podía desembocar en la liberación del buque «en dos o tres días».
Desde el Gobierno no se estimó oportuno hacer ningún comentario al respecto y la compañía propietaria del buque tampoco quiso hacer declaraciones. Del mismo modo, Defensa no hizo valoraciones de la veloz partida de la fragata Canarias, la nave que vigilaba el Alakrana y que llegó el martes al puerto de Victoria, la capital de Seychelles, para repostar y cargar víveres después de dos meses. Zarpó el jueves por la mañana, después de sólo dos días, para incorporarse a toda prisa a la operación Atalanta.
Según el cuadro dibujado por el denominado portavoz de los piratas, llamado Jama, estos días serían cruciales para forjar un pacto entre el embajador español en Kenia, Nicolás Martín Cinto, y un mediador que goza de la confianza de los secuestradores. Es una autoridad regional que pertenece a su mismo clan y debido a su influencia garantizaría el compromiso del Gobierno español de que los dos detenidos en poder de la Audiencia Nacional volverán a Somalia en uno o dos meses. De ese modo y si todo va bien, aseguraron los piratas, tras ese acuerdo liberarían el Alakrana en breve.
Mientras se esperan noticias que indiquen lo que ocurre en la negociación, la atención en Victoria estaba en la llegada de los 54 agentes privados que se embarcarán en trece atuneros de bandera española. El avión que los traslada, un Boeing 707 de transporte de personal de la Fuerza Aérea Española, partió ayer a las 16.40 horas del aeropuerto de Alicante. Está previsto que aterrice hoy en Victoria a primera hora de la mañana. El vuelo dura unas nueve horas, pero debe hacer una escala técnica en Yibouti. Una vez en tierra serán las compañías de los atuneros las que gestionarán su traslado y embarque.
La flota espera con ansia a los vigilantes, pues está deseando partir para aprovechar este último mes de la temporada, hasta mediados de diciembre. Es probable que alguna embarcación zarpe ya hoy mismo, pero los demás lo harán entre mañana y pasado. Muchos buques llevan casi tres semanas paradas a la espera de los agentes privados.
El secuestro del Alakrana obligó a los atuneros a retirarse de los mejores caladeros, los más próximos a Somalia y los más peligrosos. Sólo osaban adentrarse en ellos los barcos franceses, que tienen militares del Ejército desde julio, y también desde hace un mes los ocho barcos vascos con bandera de Seychelles, que por ser ajenos a la ley española pudieron embarcar 'soldados de fortuna'.
Desde hoy, por fin, toda la flota española del Índico tendrá protección armada, con más de cuatro meses de retraso respecto a la francesa. El Gobierno español se negó a enviar militares y sólo admitió la seguridad privada, pero con muchas limitaciones. Al final, tras meses de discusión, el acuerdo con los armadores establece que Defensa se ocupa de la formación, traslado y armamento de los agentes privados, que son pagados a medias por las compañías y luego en un 25% respectivamente por el Gobierno central y el vasco.
Cuatro meses en el mar
Los 54 agentes privados integrarán así la colonia española de Seychelles y dejan atrás otras tantas familias que a partir de ahora también vivirán la angustia y la distancia de muchos otros hogares de marineros. Pasarán cuatro meses en el mar y dos en casa, cobrando entre 4.000 y 5.000 euros al mes. La crisis ha empujado a los voluntarios. Algunos parientes fueron a despedirles ayer al aeropuerto de Alicante, según testimonios recogidos por las agencias, y trazaron algunos esbozos de personas que iban en el avión. Por ejemplo, un hombre de 41 años, casado con cuatro hijos, que estuvo cinco años en operaciones especiales de la Legión y luego 17 de vigilante de seguridad. U otro de 31, casado y con una niña pequeña, que también militó tres años en el Grupo de Operaciones Especiales (GOE) del Ejército y que ahora cobraba mil euros de guarda jurado.
En Victoria, tras la tensión de la espera, los nervios de perder dinero por no trabajar -se cobra en función de las capturas- y pasar días deambulando por la ciudad, los marineros confesaban ayer el temor de la inminente partida. «Ya empieza el miedo en el cuerpo, pero hay que salir», es la frase más repetida. Ayer, algunos periodistas fueron detenidos por la Policía por introducirse sin permiso a filmar en el puerto y en algunos barcos, algo prohibido por las compañías, muy recelosas desde el principio con la prensa.