El Correo Digital - 28/10/07
El chaval, de 18 años, asegura que recibió un puñetazo en la cara y amenazas «por preguntar la hora del próximo tren»
Dicen que las primeras salidas siempre se recuerdan. Desde luego, I.M., un joven de Muskiz de 18 años, tardará en olvidar una de sus primeras incursiones en la noche bilbaína. Y no precisamente por lo bien que lo pasó. En la madrugada del domingo, sobre las 4.00 de la mañana, el chaval decidió despedirse de sus amigos de la universidad para volver a casa. Entonces no pensaba que le iba a resultar tan difícil. Al llegar a la estación de Abando, I.M. se sorprendió al encontrar el recinto cerrado y a muchas personas esperando impacientes en la puerta. Entonces, decidió preguntar a una pareja de guardias de seguridad qué pasaba con el tren que, según tenía entendido, debía salir sobre las 4.10 horas. Y ahí empezó a torcerse la noche.
Según el relato del joven, los vigilantes le dijeron que «el puto tren no salía hasta las 5.25 horas» y le trataron «con muy malos modos», a pesar de que él asegura que se dirigió a ellos «con educación». En un momento del breve intercambio verbal entre I.M. y los guardias, uno de ellos le propinó «un puñetazo en la cara por preguntar la hora del próximo tren». «Además, le echaron de la estación y le dijeron que no le iban a dejar coger ningún tren -explica la madre del chico, aún horrorizada por el incidente-. Pero es que, además, le amenazaron con pegarle con unas cadenas, qué barbaridad».
Una vez fuera de la estación, «muy nervioso y llorando», I.M. llamó a sus padres para contarles que le habían golpeado y que se iba a retrasar, porque le impedían tomar el tren. Entonces, decidió llamar a la Ertzaintza. Pocos minutos después, sobre las 4.50 horas, unos agentes se personaron en el lugar de los hechos, donde le informaron de que podía poner una denuncia en la comisaría de Muskiz a la mañana siguiente si lo estimaba oportuno. Al final, la presunta víctima pudo regresar a casa en tren -«imagino que los guardias verían a la Ertzaintza y les entraría el miedo», interpreta la madre-, eso sí, bastante más tarde lo que había previsto y con la cara magullada.
«Nunca suele salir»
Tal y como confirmó ayer el Departamento de Interior, el chaval, que también acudió al médico para que le revisasen las posibles lesiones que pudiera tener en la cara, interpuso ayer por la mañana la denuncia. Después, pasó el resto del día intentando reponerse del susto. «Es que ni ha querido comer ni volver a hablar del tema. Como le amenazaron y tiene que coger el tren todos los días para ir a Deusto, ahora tiene miedo de volver a toparse con ellos. Está aterrorizado, pero espero que se calme en unos días», señala su madre.
La mujer sufre «unos remordimientos de conciencia terribles». «Es un chico muy tranquilo que nunca suele salir y yo le insistí mucho en que fuese de cena con sus amigos de la universidad, para que confraternizase con ellos -explica-. Lo que no me imaginaba yo es que la cosa iba a terminar así. Ahora con lo del chico este de Barcelona que ha pegado a una inmigrante en el metro nos piden a los padres que eduquemos a nuestros hijos para que no caigan en actitudes violentas, pero luego resulta que quienes tienen que vigilar por nuestra seguridad la emprenden a golpes con cualquiera».